Stephanie Henaro

Me parece de pésimo gusto mezclar asuntos de política internacional con nuestra fiesta nacional. La presencia del presidente Cubano divide y no refleja nuestros valores democráticos.

¿En dónde quedó el célebre dicho de que “la mejor política exterior es la política interior?

Parece que no fue más allá de una buena intención y que además esta administración es de memoria corta o que al menos, así nos creen a los gobernados. Porque traer a un mandatario extranjero a participar de manera activa en nuestros festejos patrios, indica todo lo contrario, mezcla lo nacional con lo internacional e indigna.

Sobretodo cuando el presidente en cuestión representa todo lo contrario de lo que se celebra, y mantiene a su pueblo en la más profunda represión y situación de precariedad.

Cuba no es libre. Entonces, ¿Qué hace aquí para celebrar nuestra libertad?

La incongruencia es total y sobresale un mensaje de doble fondo, que tal vez pudiera encajar con el último informe de gobierno en el que se le dio las gracias a Cuba por la ayuda sanitaria prestada durante la pandemia, antes que a Estados Unidos.

El giro en la política exterior es evidente y aunque Cuba ha sido tradicionalmente un símbolo de nuestra rebeldía en política exterior ante las directrices de las de Estados Unidos, me parece que hoy el contexto es diferente por los fondos y las formas.

Las protestas del 11J en la isla aun no se enfrían – con todo y los apagones y los cortes de internet-, los opositores siguen tras las rejas, y la excusa de la visita se da en el marco de la CELAC, en donde se plantea la posibilidad de sustituir a la OEA por una especie de Unión Europea para América Latina.

¿Acaso no saben que la UE inició como una unión económica y que las cadenas productivas de América Latina no son tan complementarias?

Por lo que a menos que se trate de una unión ideológica, no le veo mucho sentido, y toma la forma de un sueño bolivariano trasnochado….

Regresando a la visita del cubano, me parece que el mensaje es claro y a la vez divisivo, en un día en donde esto no debería existir. Los mexicanos deberíamos estar unidos en nuestra fiesta patria, y hoy las opiniones en torno a la visita del presidente cubano nos dividen.

Parece que al presiente se le olvidó poner primero los intereses nacionales antes que los personales. Se le olvidó que el día era nuestro y lo hizo suyo.

La política exterior acabó por hacerse interior y esto tal vez es lo que nos está haciendo dar otro grito.

El grito por nuestra independencia de ideologías contrarias a la democracia. Porque México no se lo merece, y suscribirlas sería ir directo y sin escalas a un fracaso que  la historia mundial ha comprobado.

Cualquier intento por revivirlas en nuestros tiempos es pura necedad.

Por otro lado, sólo por apagar filias y fobias, porque me parece que aun hay quien cuelga en su closet playeras de Fidel o el Che Guevara más allá de la adolescencia, hay que decir que la misma respuesta se hubiera tenido ante la participación activa de cualquier otro mandatario. Da igual si hubiera sido Joe Biden, Emmanuel Macron, o el mismo Rey de España.

La fiesta nacional debe permanecer nacional, la política internacional debe ser dejada para otro momento, y la defensa de nuestros valores democráticos debe prevalecer.

No hay más ciego que el que no quiere ver.

¡Viva México Independiente!

El último en salir apague la luz

Twitter: @HenaroStephanie