La cumbre de hielo entre Biden y Putin se llevará a cabo este 16 de junio en Ginebra, después de que el primero llamara asesino al mandatario ruso y este contestara que sus acusaciones reflejan en realidad la problemática historia y el legado de Estados Unidos en el mundo.

Así es como llegan los líderes de los antiguos protagonistas de la Guerra Fría a este encuentro que aunque se espera sea constructivo, no se encuentra libre de puntos de fricción, y los ecos de Donald Trump dentro del hielo.

Porque en una entrevista que Vladimir Putin dio en los últimos días a medios rusos, sigue describiendo a Trump como a un “outsider de la política extraordinario, talentoso”. Mientras que en cuanto a Biden, se refiere como a un “político de carrera”, que ya conoce y  con el que cree que puede trabajar.

Sobretodo cuando se van a tocar temas delicados como lo son la injerencia electoral, los ciberataques, derechos humanos, control de armas, tensiones diplomáticas y prisioneros.

En cuanto a la injerencia electoral y los ciberataques, Estados Unidos acusa desde hace años a Rusia de haber intervenido en sus elecciones y del lanzamiento de ciberataques contra agencias de su gobierno y empresas privadas como SolarWinds y JBS. 

Afirmaciones que Rusia refuta y a su vez acusa al gigante norteamericano de apoyar a la oposición y financiar organizaciones y medios de comunicación críticos con el Kremlin.

Por otro lado, en lo que corresponde a derechos humanos, Biden ha señalado que prevé resaltar en este encuentro su compromiso con la defensa de los derechos humanos y la dignidad. En un contexto en el que la oposición rusa afirma que las autoridades han intensificado la represión a partir de enero, cuando el enemigo número uno del Kremlin, Alexéi Navalni, regresó de Alemania donde fue sometido a un tratamiento por envenenamiento, del que acusó a Moscú. Mientras que el ministro de Relaciones Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, acusó recientemente a Washington de aplicar censura y señaló que Estados Unidos “ha llevado la corrección política al nivel de lo absurdo”.

En el tema de control de armas, ambos países se han acusado recíprocamente de violar acuerdos de seguridad, en particular el Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Rango Intermedio, que quedó suprimido luego de que Trump se retirara en 2019. A lo que habrá que sumar que en junio, Rusia abandonó formalmente el Acuerdo de Cielos Abiertos, que permitía realizar vuelos de vigilancia y compartir datos con sus aliados, después de que Estados Unidos lo hiciera en 2020. Además de que Putin ha señalado con orgullo, que existe una nueva carrera armamentista en la que las armas rusas de próxima generación, vuelven obsoletos los sistemas de defensa antimisiles occidentales.

En lo que corresponde a las tensiones diplomáticas, no es ningún secreto que estas se dispararon en cuanto Biden asumió la presidencia, llamó a Putin asesino, los embajadores fueron llamados a sus capitales para consultas, y expulsiones diplomáticas tuvieron lugar en ambos lados. Además de que Estados Unidos anunció sanciones por piratería informática contra Rusia, y esta designó formalmente al  país del sueño americano como un Estado “hostil”. 

Finalmente, se espera que se toque el tema de prisioneros de ambos países. En donde podrían figurar el exmarine Paul Whelan, encarcelado desde hace 16 años en Rusia por espionaje, y el del famoso traficante de armas ruso, Viktor But, preso desde hace 9 años en Estados Unidos. 

Mientras tanto Trump en la antesala de la cumbre, le pide a Biden darle su saludos a Putin y no dormirse en el encuentro. Haciendo alusión al apodo de “Joe el dormilón”, que utilizaba durante su campaña. 

El último en salir apague la luz.

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