lnocencio Yáñez Vicencio

No aceptar vender una milpa de cuatro hectáreas a un potentado, llevó a mi padre a perder la vida y dejar una viuda con un hijo de nueve meses y otro en el vientre, que ocasionó que desde ese momento mi abuela, que no sabía ni leer ni escribir y que el sustento lo obtenía de lavar ropa ajena, se ocupó de mi crianza. En mi despertar recuerdo que un día que después de ir a entregar tres docenas de ropa y que con muy mal humor me dijeran: dile a doña Cristy que hasta el lunes le pago (el marido de la patrona era petrolero y cobraba el viernes, pero disfrutaba postergando el importe de la lavada.

Lavada que se tenía que hacer con lejía de ceniza, hirviendo, petróleo y limón…), mi abuela me ordenó traer una bara y llamar a los perros para ir al basurero municipal, localizado por Los Viveros, para buscar botellas y fierros para venderos y sacar para masa y tomate y comer una estrujada (tortilla gruesa con manteca y tomate, que se estruja). Vivía en ese tiempo en baldío de la calle de Guerrero, propiedad de doña Pepa, tía de don Enrique Rodríguez Cano. Colindaba con la casa de los papás de Miguel López Azuara. En frente habitaba Héctor Méndez. A unos metros vivía Beto Arango y muchos otros amigos. Durante esos años, como gitano, pasaba de un domicilio a otro. Mi hogar era donde mi abuela colocaba unos cartones. Conocimos el abrigo de los Tapia y de la calle. Mi hermano Joel, después de hacer su morada un almendro localizado donde ahora está el estacionamiento del Mercado principal, nunca regresó. Después de hacer la Primaria de manera intermitente, porque los que no tenemos nada, tenemos que elegir entre vender periódicos, asear calzado u otro trabajo o ir a la escuela. Gracias a un regalo navideño que me hizo Ricardo Tapia, familiar, con quien pase arrimado algunos años, me inscribí en la secundaria. Con 500 pesos que me obsequió Jorge Gutiérrez Morales, alcalde en ese tiempo de Tuxpan, salí a la CDMX , pagando un mes de una pensión y después a sobrevivir en dónde me tomara la noche. Por fin en 1969 obtuve una plaza de bibliotecario que me permitió culminar la licenciatura en Economía en el IPN.
Hace poco, platicando con mis amigos de infancia Rodolfo Salas, Ricardo Rosas, Miguel Peña, Alfredo Salas, me expresaba este último : tu no sufriste, tuviste carencias. Y creo que tiene razón Alfredo. No obstante haber pasado por el sótano de la pobreza y haber conocido la calle como morada, tuve la dicha de tener muy buenos amigos y tratar gente admirable.

Lo que nunca pensé es que hubiera alguien que le molestara el esfuerzo que hice para salir de la infrapobreza y que ese alguien fuera nada más pero nada menos que el presidente Andrés Manuel López Obrador. No siento haber hecho nada extraordinario. Soy afortunado porque muchos han realizado esfuerzos muy superiores al mío y no tienen nada. Yo no vivo pensando que merecía más. Disfruto lo que tengo. Disfruto mis hijos, que todos hayan hecho una maestría, que pudiera pagarles una universidad de la más alta calidad, disfruto mis amigos, disfruto mis más de 15 libros selectos y antiguos. Que pena que tengamos que recordar de donde venimos para decirle a quien hoy ocupa la presidencia que no obstante que estamos orgullosos de nuestro origen, a pesar de los años no bajamos la guardia y seguimos luchando por tener acceso a mejores oportunidades, porque ni aceptamos fatalismo ni estamos atendidos a canjear nuestro voto a cambio de limosnas.
No hace falta saber que desde la antigüedad, las clases medias han jugado un papel muy importante. Para Aristóteles la Politeia sólo era posible si se asentaba en una clase media. Tengo la impresión de que Amlo confunde clase media con pequeñaburguesía. No hay sociólogo que no se empantane al meterse a desglosar las clases sociales. El que Marx haya dejado pendiente desarrollar esta temática hizo que sus seguidores patinaran con esta categoría social. A nivel de modo de producción hay dos clases, pero al aterrizar con la Formacion Económica Social, además de, por ejemplo en el capitalismo hay los burgueses, dueños de los medios de producción y los proletarios, carentes de medios de producción, pero a nivel de FES, existen fracciones de clase y grupos residuales como los campesinos y los artesanos y terrateniente. López Cámara, Loeza, Stern…nos han iluminado en este laberinto. Max Weber, Nicos Poulantzas, Nocole Laurin-Frennete… ya gastaron muchas neuronas tratando de dilucidar este tópico.
Todo hace pensar que al presidente lo aconsejaron mal o le ganó el prejuicio surgido de la decantación de las clases medias exasperadas por el nazifascismo. Es cierto, las mal llamadas clases medias pueden ser ganadas por la revolución social o por la contrarrevolución, como aquí sucedió en el 2018. Pero es inconcebible que un líder de masas se dedique a ofenderlas en lugar de tratar de ganarlas con políticas y propaganda. Nadie ignora que las crisis económicas le pegan muy fuerte a los sectores medios. Son ellos los primeros en dejar de pagar hipotecas, letras de coche, ahorcarse en deudas, suprimir viajes, sacar a sus hijos de escuelas privadas, renunciar a fiestas de aniversarios y quinceaños… pareciera que Amlo le apuesta más a sus 25 mil servidores de la nación, a las limosnas que otorga a los que él llama mascotas, a los desvíos de los dineros de los fideicomisos, subejercicios, ahorros fiscales, a sus Mañaneras, a sus pactos con los malosos, que a una estrategia de convencimiento electoral
Los insultos de Amlo hacia la clase media, lo van a dejar cada vez más aislado, sin posibilidad de perpetuar el proyecto de Morena, por lo que para intentarlo es un hecho que la única vía que le queda para ello es la fuerza, por lo que hay que estar preparado para una mayor cercanía con el crimen, un mayor uso de la Unidad de Inteligencia Financiera y, sobre todo, más degradación y persecución hacia quien no se le someta.