(1)
Una parte de la explicación sobre el fenómeno del narcotráfico entre México y Estados Unidos se vincula al impulso –desde ambos gobiernos- del incremento a la producción de drogas en suelo mexicano para abastecer la demanda al otro lado del río Bravo.
Esto ocurrió en el triángulo dorado -como se denomina a la sierra de Sinaloa, Durango y Chihuahua- durante la década de los 40s.
Concretamente se acordó promover entre campesinos de esta región el incremento de la siembra de amapola.
Se requería mucho opio para poder atender las demandas de heroína y morfina durante la segunda guerra mundial, ante la suficiencia de materia prima proveniente de Asia.
Estados Unidos continuó con esta adquisición de materia prima para opiáceos proveniente de México durante las guerras de Corea –década de los 50s- y Vietnam –décadas de los 60s y 70s.
Con el gobierno de Richard Nixon, en los años70s, dio un giro la política norteamericana respecto al tema de las drogas y se dio vida al Operativo Cóndor, con elementos del ejército mexicano y acuerdos de los jefes militares de México y Estados Unidos.
Se emplearon productos químicos empleados para matar enemigos en Vietnam, ahora destinados exterminar plantas como la amapola y la marihuana en Sinaloa y alrededores.
Este contexto de ataque a productores de Sinaloa -décadas antes apoyados por ambos gobiernos- coadyuvó a la migración de narcotraficantes sinaloenses a Jalisco y al nacimiento del primer cártel en México: el de Guadalajara con Miguel Ángel Félix Gallardo, Ernesto Fonseca Carrillo y Rafael Caro Quintero a la cabeza.
Joaquín “El chapo” Guzmán y otros personajes del bajo mundo sinaloense como Héctor “El güero” Palma, operaron inicialmente como ladrones de autos, ayudantes y sicarios al servicio de los jefes del cártel de Guadalajara.
Al caer éstos tras el asesinato de Enrique” Kiki” Camarena, agente de la DEA –en 1985- paso a paso fueron relevados por nuevos líderes y nuevos cárteles: en Tijuana, Ciudad Juárez, Sinaloa, Tamaulipas, entre otros.
Tales historias están documentadas en miles de trabajos periodísticos, en series de TV, en películas y hasta en narcocorridos.
Un punto importante al respecto son los estudios académicos que han explorado esta realidad del Estado mexicano, visible como narco cultura, convertida en un severo daño a la estructura de seguridad, volcada en una guerra intestina en el territorio mexicano con cientos de miles de muertes que no cesan.
(2)
En el contexto de la segunda guerra mundial hubo cumbres militares secretas entre gobiernos norteamericano y mexicanos
El resultado fue el impulso a la producción de opiodes.
Durante los años 70s se ordenó –por intereses electorales de Richard Nixon en Estados Unidos- el combate contra las mismas drogas que décadas atrás se habían promovido.
Durante los primeros días del 2023 hemos sido testigos de una cumbre de gobiernos del norte de América donde se tomaron acuerdos para frenar la producción de fentanilo y seguir el combate a las drogas en general.
Hay mucho de falso en estos eventos y discursos políticos.
Estados Unidos pone los consumidores y las armas y México pone la producción y el tráfico de drogas así como los muertos.
Los muertos, en México, no pegan directamente en el tema electoral entre otros motivos porque somos una democracia en pañales.
En Estados Unidos, generadores de una cultura de la hipocresía, los muertos si votan y a los políticos les preocupa mucho que los muertos por sobredosis de drogas voten en contra suya.
Hay implicaciones económicas, sociológicas, históricas, entre otras, en este fenómeno.
Desde aquí intentamos hacer un acercamiento periodístico general y compartir referencias a trabajos profundos de orden académico sobre esta temática.
A Ovidio “El ratón” Guzmán López lo detuvieron en un escenario marcado por coyunturas de política internacional y de ser necesario -para efectos políticos en Estados Unidos- lo deportarían llegado el momento.
Mientras tanto la producción de fentanilo sigue igual y el fenómeno de la drogadicción en Estados Unidos no se soluciona un ápice.
Como no cambia, tampoco, el baño de sangre en México.
Para que todo ello se modifique deberán construirse medidas estructurales que tomarán años.
Las cumbres no son para eso.
ULTIMA PARTE.
ANEXO
“Mitos sobre el tráfico de drogas ilegales
Mito 1. Lo que es válido para Estados Unidos, también lo es para el resto del mundo bajo su influencia. «[…] el consumo de drogas en la Unión Americana era y es un problema nacional de salud. Pensar que los traficantes ponen en peligro la seguridad nacional de Estados Unidos es cuestión de la definición de los contenidos del concepto, de quién los establece y del poder para imponerlos como razón de Estado en un determinado momento histórico».
Mito 2. Política de Estados Unidos caracterizada por el contraste entre el endurecimiento de medidas fuera de sus fronteras, con mayores exigencias y vínculos diplomáticos, policiales y militares (bajo el dominio del paradigma punitivo); y la permisividad dentro de sus fronteras, donde el mensaje parece ser «mientras la violencia se mantenga en niveles mínimos o tolerables socialmente, el negocio puede continuar y desarrollarse hasta cierto punto (principal lavador de dinero del orbe), y cuando no lo controlen o intenten controlarlo minorías étnicas indeseables».
Mito 3. El discurso dominante (visión uniforme) concibe el surgimiento del tráfico y los traficantes como una actividad y como agentes sociales necesariamente ajenos o desligados a las estructuras de poder político en todo tiempo y lugar. La declaración pública, sin fundamentos, sustituye a la argumentación, a los datos duros, a las pruebas que nunca aparecen. En realidad, tradicionalmente se trata de «[…] un fenómeno que se desarrolló protegido desde distintas esferas del poder político y policiaco, como parte de una estructura de poder pero en posición subordinada, y cuyos agentes principales fueron desde un inicio marginados del poder político».
Mito 4. Al definirse al tráfico de drogas ilegales como amenaza a la seguridad nacional, se impone el recurso del instrumento militar en su combate, sin un límite en su horizonte temporal (tempo). El escenario no es halagüeño, ya que para el autor «[…] es probable el desplazamiento de la relación histórica entre tráfico de drogas, policía y política, hacia las Fuerzas Armadas y los militares que ocupan posiciones de poder en los aparatos de seguridad en el país».
Mito 5. Se sobrestiman las estrategias de mercadeo de los traficantes y se subestima la capacidad de decisión y resistencia de la población ante las tentaciones. Además, no debe soslayarse que «Para la distribución al menudeo se necesita la protección y complicidad constantes de policías locales, cuya corrupción debería ser evitada y controlada por los encargados de las oficinas de Seguridad Pública de cada entidad, no por la PGR».
Mito 6. Éxito en la lucha antidrogas medido a partir del incremento de decomisos y aprehensiones, así como en las extradiciones. En rigor de verdad, la situación ha empeorado porque hay más producción y diversificación del mercado, así como más cantidad de gente en el negocio. La lógica del mercado ha avanzado más rápidamente que las medidas punitivas y la disuasión y contención. No se ha ganado guerra alguna, pero ésta se ha hecho permanente. El accionar del Estado no afecta la oferta y la demanda de drogas, que tiene su propia lógica.
Mito 7. Narcotráfico como actor político, con plan y ambición de disputar el control del Estado, para «[…] crear esa invención periodística llamada ‘narcoestado’. Ni siquiera Pablo Escobar se lo propuso». Por el contrario, se trata de una actividad ilegal de naturaleza empresarial que, como tal, persigue maximizar sus utilidades. Tradicionalmente subordinado al poder político y lejos de competir con éste. Incluso, como apunta el autor, en el contexto actual»[…] dada la reconfiguración del poder político en México y la menor concentración del poder en partidos y funcionarios, parecería más útil, menos costosa y más rentable como estrategia de los traficantes, la de invertir en instituciones operativas, como las policiacas y militares y no en el terreno político»
Mito 8. Autonomía de actores gubernamentales y no gubernamentales, que se desprende de la debilidad de la concentración del poder político, a la luz de la fragmentación del mismo y de la ausencia de una visión y política compartidas por todas las fuerzas políticas en asuntos de seguridad; esto es, el dominio de la inexistencia de una política de seguridad de Estado y la fragmentación del poder político «[…] son condiciones que han hecho posible un mayor grado de autonomía relativa de policías, militares y traficantes, respecto del poder político».
Mito 9. Rechazo generalizado de las actividades de los narcotraficantes. La mayoría no protesta:»[…] políticos, banqueros, asesores financieros, policías, notarios, abogados, arquitectos, contadores, vendedores de autos de lujo, aseguradoras, joyeros, restauranteros, músicos, etcétera. El grado de protesta está en función de dos factores: el dinero y el nivel de vida, más que en los de la ley y la moral». Ejemplo de ello es la clase política y empresarial de Nuevo León, a la que la presencia de traficantes «[…] no le quitaba el sueño […] cuando los traficantes sólo vivían, invertían y lavaban dinero en el estado y mataban en otros lugares del país».
Mito 10. Violencia y narcotráfico. «Debido a la lucha por la hegemonía, las organizaciones han entrado en un nivel de competencia en el uso de la violencia acorde con la nueva situación de mayor autonomía relativa respecto del poder político y la inclusión de militares y ex militares en sus filas». Lo cierto es que la violencia está ligada a cambios cualitativos en el sistema político y a la estrategia de militarización de la lucha antidrogas (por ejemplo, los ex gafes, autodenominados Zetas, que desertaron y fueron reclutados a fines de 1999 y principios de 2000 por la organización de Osiel Cárdenas en Tamaulipas). Durante el sexenio encabezado por Fox se estima en más de mil el número de gafes desertores, lo que significa que «[…] el Estado mexicano ha formado a quienes se han convertido en sicarios con preparación militar, generando las condiciones para el surgimiento del paramilitarismo vinculado con el tráfico de drogas». El enfrentamiento entre diversos grupos del tráfico de drogas ilegales también pone fin a la mitología popular de un «ente monolítico todopoderoso y tenebroso llamado ‘crimen organizado’ e interesado en dominar al Estado y dirigirlo».
Recapitulando, la obra Seguridad, Traficantes y Militares (El poder y la sombra), de Luis Astorga, constituye una fuente obligada de consulta para aquellas personas que quieran recuperar la memoria histórica reciente en materia de tráfico de drogas ilegales en México y poner fin, con argumentos sólidos, a los diez mitos que desde el discurso oficial y los medios de comunicación se imponen como actos de fe.”
PUNTOS DE REFERENCIA:

  • La historia detrás del «boom» de la heroína mexicana – BBC News Mundo
  • ¿Cómo y cuándo inició la siembra y tráfico de mariguana y amapola en Sinaloa? (debate.com.mx)
  • Drogas sin fronteras – Luis Astorga – Google Libros
  • Luis Astorga, Seguridad, traficantes y militares. (El poder y la sombra.) Tiempo de Memoria (scielo.org.mx)