Alfredo Bielma VillanuevaAlfredo Bielma Villanueva

Parecería lógico que un padrón electoral con mayoría de féminas la competencia electoral se establezca entre actores políticos de ese género, al menos hasta ahora así está pintando el panorama en México porque en los bandos contendientes sus respectivos procesos de selección de candidatura señalan hacia tres del palenque: Claudia, por Morena y Beatriz o Xóchitl Gálvez por el Frente Amplio. Pese al riesgo de incurrir en una percepción errónea, a nuestro entender Marcelo Ebrard y Santiago Creel han perdido impulso frente a la novedosa competencia donde tres mujeres están polarizando la atención ciudadana; y ya no volteamos hacia Monreal, Fernández Noroña ni a Manuel Velasco porque su participación realmente ha sido marginal, con pleno conocimiento de que en ese juego sus circunstancias no les permiten alcanzar la capacidad competitiva necesaria para figurar en las finales. Ese parece ser el escenario a escasos días de cerrarse el periodo proselitista. Pero en política nada puede darse por concluido cuando nada está decidido, y por tal motivo se antoja difícil formular un pronóstico certero; porque, por ejemplo, hace todavía algunas semanas se especulaba que en el PAN todo caminaba para entregarle a Creel la calidad de candidato del Frente Amplio, condición totalmente diluida debido a la inesperada irrupción de Xóchitl Gálvez en ese escenario, un fenómeno muy propio en circunstancias como las actuales: nada está firme hasta el último momento, porque a estas alturas  incluso ya se comienza a opinar en la cerrada contienda entre Beatriz Paredes y Xóchitl Gálvez, por el lado del Frente opositor, y en Morena la actitud beligerante de Ebrard invita a suponer un final inesperado. Poco vivirá quien no se entere del colofón de esta historia inédita en nuestro país.

Es inédita por variadas razones: por la insólita y directa participación del presidente a favor de uno de las corrientes en pugna; porque el proceso se desarrolla en un clima de violencia y dramáticos sucesos; porque coincide con similar proceso electoral en los Estados Unidos, cuyo gobierno debe tener sus radares orientados a todo cuanto aquí acontece y ya conocemos su forma tan sutil de intervenir (filtrar información, mandar mensajes cifrados, etc.); además quizás ahora se acentúe con mayor énfasis la abierta participación de los poderes facticos hasta ahora mantenidos bajo control pero que en la medida que se acerca el ocaso del actual periodo de gobierno pudieran emerger con fuertes arremetidas.

En el transcurso de la semana que inicia Ebrard lanzará todos los proyectiles a su alcance, no hay mañana, así es posible descifrarlo en su discurso cada vez más combativo. Por esta circunstancia podemos inferir posibles convulsiones internas en Morena, cual sea el resultado de este proceso de escogimiento de candidatura a la presidencia de México. Rayos y centellas acompañarán en ambos frentes esa competencia, cuyo final esperamos nos conduzca a un México en mejores condiciones.