Ángel Álvaro Peña

Nunca un informe de gobierno había sido tan deprimente como el de Cuitláhuac García Jiménez, quien compareció ante los veracruzanos mostrando una figura tan patética que nos hizo poner en duda su estabilidad emocional, porque solo repetía lloriqueos y reclamos a los “conservadores”, a las “administraciones anteriores” y a Miguel Ángel Yunes.

Durante una hora y media Cuitláhuac intentó convencer a los veracruzanos de que las cosas están mejor con él, que con los anteriores. Insistía que ha cumplido al bajar los niveles delictivos, cuando todos los días ocurren ejecuciones, secuestros y feminicidios. ¿En qué mundo vive Cuitláhuac?

También se empeñó en tratar de demostrar que no es corrupto, que es honesto. Pero cuando hablaba de honestidad, todos miraban hacia Elio Hernández (SIOP), Zenyazen Escobar (SEV) y otros funcionarios cercanos, acusados de actos que superan la corrupción.

Tan solo estos dos funcionarios manejan dependencias que este 2020 entregarán contratos por casi 4 mil millones de pesos. ¿Quién podría despreciar un diezmo de 400 millones de pesos?

Por las manos santas de Elio Hernández, titular de la Secretaría de Infraestructura y Obras Públicas, pasará un presupuesto de $3,019,897,760.40 y no creo que exista alguien, además de Cuitláhuac, que considere que Elio es 100 % honesto, incorruptible, un santo que debe ser beatificado.

El “segundo informe de resultados” fue tan decepcionante que, durante todo el día, solo 15 mil personas mostraron interés en verlo. ¿Qué son 15 mil visualizaciones en un estado de 8 millones de ciudadanos?

En todo el monólogo no se escuchó ni una sola autocrítica, porque Cuitláhuac omitió hablar de que Veracruz es segundo lugar nacional en feminicidios (67) y tercer lugar nacional en secuestros de mujeres (17).

Tampoco informó de los 1,602 homicidios cometidos este 2020 y se olvidó de los 101 secuestros registrados de enero a septiembre, según cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.

Cuitláhuac repite como loro que se acabó la impunidad en su gobierno, cuando existen casos de periodistas asesinados sin ser esclarecidos; también hay impunidad en crímenes contra alcaldesas, entre ellas las de Jamapa y en el asesinato del diputado Juan Carlos Molina. La justificación del mandatario fue: “No es que ya dejaron de suceder, sino que cada vez son menos”.

El gobernador tampoco pidió disculpas al pueblo de Veracruz al haber sido omiso o negligente al inicio de la pandemia de COVID 19, cuando se negó a implementar acciones firmes para reducir la movilidad y contagios. Hoy, 5,199 personas han perdido la vida y seguirán muriendo más porque el estado tardó en actuar.

No habrá que olvidar que el Secretario de Gobierno Eric Cisneros amenazó a alcaldes que tomaron medidas radicales para prevenir la dispersión del virus de COVID-19 (Tuxpan, Tamiahua, Tecolutla, Veracruz, etc.) Después, el propio gobierno del estado ordenó aplicar medidas de restricción de movilidad, pero ya todo estaba fuera de control.

Quien gobierna Veracruz tampoco informó el por qué, con la ayuda del Congreso, nombró a una fiscal llamada Verónica Hernández Giadáns que confesó o admitió ser familiar de una operadora de un poderoso grupo delincuencial. También debió haber dado a conocer el por qué propuso a magistradas rodeadas de “sospechosismo”, entre ellas la esposa o exmujer de Elio Hernández.

El segundo informe era la oportunidad perfecta para que Cuitláhuac explicara el por qué la Secretaría de Salud y Roberto Ramos Alor, no pudieron comprobar ante la Auditoría Superior de la Federación (ASF) el gasto de 1,963 millones de pesos de transferencias para el Seguro Popular.

Lo que pudo haber hecho emocionante el discurso de su segundo informe de gobierno, lo ocultó, por eso su informe fue la cosa más aburrida que se haya visto en Veracruz.