El llamado a la unidad que hace el nuevo dirigente estatal del PRI en Veracruz, Adolfo Ramírez Arana, resulta contradictorio.

En el comunicado que circuló este miércoles, de entrada, indica que todas las expresiones son respetadas y que se debe privilegiar la unidad.

¿Cómo se privilegia la unidad cuando no hubo un consenso para nombrar al nuevo presidente del partido?

¿Dónde queda la democracia que tanto pregona el tricolor?

¿Acaso la opinión de los simpatizantes, los militantes y los consejeros ya no importa?

Tratar de justificar que la nueva dirigencia es una designación del comité nacional en nada abona a ese llamado de unidad, sino todo lo contrario.

Hoy que están en peligro las instituciones del país y con las dudas sobre la conformación del Frente Amplio por Veracruz, lo sucedido en el PRI genera desaliento.

Ramírez Arana señala que se debe dar prioridad al respeto y al entendimiento para continuar en la construcción de un solo bloque, lejos de divisiones y fracturas.

El asunto es que ellos y/o el dirigente nacional Alejandro Moreno Cárdenas son quienes no dieron prioridad al respeto ni al entendimiento con esa imposición.

En otra parte del texto, Adolfo Ramírez refiere que les hacen falta muchas manos para ganar la elección, que se tiene que ver hacia el 2024 y que debe haber permanente comunicación.

Pero fue precisamente esa falta de comunicación lo que ha generado inconformidades al interior del otrora partidazo. Así, lo que menos tendrán serán manos para ganar los comicios del próximo año, sobre todo, la gubernatura.

El nuevo presidente priista expresa que no se pueden distraer y que se debe acercar al partido a todos los grupos. Pero es la falta de acercamiento y diálogo con todos los grupos lo que podría llevar al PRI a una fractura que podría costarle muy caro no solo a ellos, sino al Frente y a la democracia en Veracruz.

enriquepompeyo@hotmail.com