Alfredo Bielma VillanuevaAlfredo Bielma Villanueva

Durante la etapa del nacionalismo revolucionario, hubo gobiernos (priistas por supuesto) que inscribieron destacados episodios protagonizados por su hiperactiva diplomacia con sus emblemáticos postulados del principio de no intervención y autodeterminación de los pueblos; tal apotegma fue su inspiración para inscribir El Tratado de Tlatelolco”, en 1967, para proscribir el uso de armas nucleares en América Latina, con Díaz Ordaz presidente, la Carta de Derechos y Deberes en tiempos de Echeverría, la formación del Grupo Contadora cuando Miguel de la Madrid para pacificar Centroamérica, son páginas enaltecedoras de la brillante diplomacia mexicana del siglo pasado. Era México un país líder en el continente, un capacitado interlocutor con los Estados Unidos. El gobierno de López Obrador está promoviendo la sustitución de la Organización de Estados Americanos por una independiente de los dictados de nuestro vecino del Norte, y aparentemente este podría ser tema en la sexta Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), aunque se adelantó que no está en la agenda de este día. El asunto crea fricciones políticas y para amenizar el cotarro, desde Tabasco, la tierra de nacimiento del presidente López Obrador, en gira por el sur de la república el embajador de los EEUU en México, Ken Salazar, dio respuesta a la petición de México sobre retirar el embargo económico a Cuba: “su país swguirá luchando por la democracia en esa isla”. Más claro ni el agua.