Alfredo Bielma VillanuevaAlfredo Bielma Villanueva

El presidente inauguró ayer la primera sucursal del Banco de Bienestar, una de las 2 mil 700 programadas para hacerse presente en todo el territorio nacional, ignoramos si a ese “sueño para el bien de nuestro pueblo”, como lo califica el presidente, le alcanzará el tiempo para lograr esa meta, pero en cuanto al monto de recursos a manejar no tendría problemas pues abarcará la dispersión desde las pensiones a adultos mayores (aproximadamente 350 mil millones de pesos, que ascenderán a 450 mil millones en 2022 y a 600 mil en 2024, aseguró López Obrador. Además, según su Directora, ofrecerá “distintos tipos de servicios bancarios para los usuarios en general, como el cobro de las remesas”; también las nóminas de maestros, del ejército y la marina. La intención es buena, pero llevar sucursales a lugares apartados del país, donde no hay electricidad ni internet pudiera complicar esta empresa social del gobierno, que ojalá no resulte como la otra recién creada, el Gas Bienestar, con el propósito de rebajar el precio del combustible, por ahora frustrado porque el precio internacional sigue muy elevado. Respecto a este Banco, en el escenario nacional flota la interrogante ¿cuántas plazas serán creadas para atenderlos? El cuestionamiento no es gratuito, experiencias históricas lo explican, porque en la etapa previa al neoliberalismo económico el Estado fue dueño de cientos de empresas (armadoras de automóviles, de carros de ferrocarril, líneas aéreas, bicicletas etc.), nada rentables, cuyo costo al fisco representaba carga muy onerosa y tuvieron que ser rematadas.